Pensamiento 6
Hace unas semanas apareción en los medios un escándalo por
posible corrupción en la FIFA: de nuevo la peripecia por encima de lo esencial.
Lo verdaderamente
escandaloso no es esa corrupción, sino los enormes recursos que nuestra
sociedad dedica al espectáculo del fútbol. Con una población creciente en
riesgo de exclusión social, sin dinero para la investigación, escatimando en
sanidad, sin salidas profesionales para muchos de los jóvenes mejor formados,
con un endeudamiento imparable…, no tenemos derecho a gastar en fútbol las
cantidades que le dedicamos.
Desde el “panem et
circenses” de los romanos, pasando por el “opio del pueblo” de la dictadura,
las cosas no parecen cambiar. Es uno de los casos de manipulación masiva más
exitosos, sin duda por los muchos beneficiarios que tienen interés en
perpetuarla: los ahora descubiertos como corruptos; las instituciones que les
permiten vivir como sátrapas; los medios de comunicación; el inmenso tinglado
montado en torno a los clubes y a los futbolistas; quienes, con la inteligencia
del silbato, convierten a personas respetables en masa vociferante a utilizar
políticamente; el Estado, que se enriquece con las quinielas mientras nos hace
creer, contra toda racionalidad, que apostando en ellas podremos hacernos
ricos. Y muchos más.
En este contexto,
la corrupción es lo esperable. Escandalizarse por su existencia es el
refinamiento supremo de la manipulación: lanza el mensaje de que la virtud
puede florecer en un sistema tan viciado desde la raíz.