miércoles, 9 de septiembre de 2015

Pensamiento 22
Se equivocó el poeta. Ya ha llegado septiembre y casi nada es maravilloso.
El tema mediático de la semana, tal vez del mes pero seguro que no más, son los refugiados en general y los sirios en particular. No porque su problema sea más grave que el de otros, sino porque hacen su ruido allí donde les oyen los que cuentan, en Centroeuropa. Cuando llegaban a Italia, a España o a Grecia, sólo parecían preocupar al Papa.
Ahora, a rebufo de doña Ángela, todos, incluidos los sureños, sentimos un ardor altruista por ellos y de repente está de moda poner un refugiado en su casa como otrora estuvo poner un pobre a su mesa.
La dura realidad es que sólo podremos estar a la altura de estos nuestros mejores deseos  si nuestra economía lo permite. Es decir, si nuestras empresas tienen la capacidad de crear riqueza para los que llegan. Lo cual significa a su vez que sean capaces de ofrecerles “un trabajo digno”, expresión estereotipada que utilizan los políticos sin saber de qué hablan.
Pero no se ve que esta generosidad con el desconocido (otra cosa es con el detestable vecino), vaya acompañada por un interés semejante por transformar las empresas, por hacerlas más capaces de crear riqueza para todos. Y si no trabajamos en cambiarlas, pronto estos emigrantes que hoy nos emocionan se convertirán en “esa gente” molesta. Entonces olvidaremos nuestros mejores deseos, los inmigrantes malvivirán, en España seguirá aumentando el número de pobres, y acabará imponiéndose el egoísmo más rastrero. Somos así.

Por nuestra parte, en el club de los pensamientos más allá del rebaño, seguiremos en nuestro empeño de que la empresa esté a la altura de los nuevos desafíos que se le presentan. A partir de ahora los recibiréis una vez por semana, en principio los jueves o los martes. Espero que os sean útiles.

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