viernes, 29 de enero de 2016


Pensamiento 38. Sobre los resultados de las elecciones, perspectiva psicológica. Tercera parte.
Tercera razón por la que una persona, en la intimidad de su fuero interno, decide dar su voto a una opción o a otra: La ignorancia y ninguneo a que se ve sometida una parte importante de la población. Señalaré dos ámbitos en que esto sucede:
-         Primer ámbito: el de lo laboral: El “rearme moral” de la patronal durante la crisis y la utilización abusiva que ha hecho de la reforma laboral -objetivamente necesaria sin la menor duda- potenciando el autoritarismo y el “es lo que hay, o lo tomas o lo dejas”, ha conducido a la reducción salarial, a la precarización de las condiciones de trabajo,  al empobrecimiento del país frente al enriquecimiento de una minoría, a que se confíen a unos empleados sobrecapacitados unas responsabilidades muy por debajo de su formación y de sus aspiraciones, a inducir a muchos de los mejores a abandonar el país que ingenuamente consideraban el suyo… Se ha hecho caer sobre los trabajadores las consecuencias de una crisis de la que apenas son responsables.
Todo ello ha tenido consecuencias no sólo económicas, sino también, y sobre todo, psicológicas. Las personas así tratadas se ven impotentes para perseguir sus sueños, sienten que “no son nadie”, que se dispone de ellas como de los kleenex, que su dignidad no cuenta…: se sienten heridas en lo profundo de su ser íntimo, y esas heridas marcan. En ese contexto la racionalidad pasa todavía más a segundo (o tercer, o cuarto…) plano y la emocionalidad se impone sobre ella.
Es cierto que todo esto sucede en el ámbito de lo laboral, no en el de lo político. Pero la realidad es que ambos están conectados al menos de tres maneras:
A.   Una parte muy importante de la realidad social  se sitúa en el ámbito no de la política stricto sensu, sino en el de la empresa. Las personas pasan la mayor parte de su tiempo en el trabajo -quienes lo tienen- y en la añoranza del mismo quienes carecen de él. Es en este ámbito donde principalmente se sienten ninguneadas o reconocidas, donde realizan sus aspiraciones o las ven frustradas, donde se sienten realizadas o castradas en lo más íntimo, donde “son alguien” o “no son nadie”. En lo laboral es donde principalmente se configura el filtro con el que mirarán y desde el que entenderán el resto de la realidad en la que viven. Y el mensaje acerca de ellas mismas que encuentran en ese ámbito es uno de los principales componentes de su motivación para votar a una opción o a otra.
B.   Las personas ninguneadas en lo laboral perciben, con la capacidad crítica y analítica propia del “pensamiento twit”, que su dignidad ha sido ignorada o incluso pisoteada desde un stablishment en el que colocan, juntas y revueltas, a lo que llaman “la patronal” y “la derecha”, sin apenas distinguir entre ellas. Entonces, como ya señalé en otro pensamiento, dan una patada a ese stablishment difuso y lejano para ellas en el culo de los políticos, que es el que tienen a mano.
C.  La reforma laboral la implantaron los políticos y demagógicamente la critican los políticos, utilizándola como arma arrojadiza y atribuyendo a los del otro bando la responsabilidad sobre actuaciones realizadas por directivos y empresarios mediocres.

-         Segundo ámbito: el espectáculo que, desde hace muchos años, están dando quienes nos gobiernan, con incumplimientos, corrupciones, estupideces y abusos de posición, intrigas palaciegas, ninguneo  de los ciudadanos e insultos a su inteligencia… Todo eso provoca un rechazo hacia ellos. Una mayoría de votantes entienden que el modo  de actuar de esos políticos es diferente al suyo; que no son “de los nuestros” sino que pertenecen a otra tribu o casta; que gozan, a costa de ellos, de privilegios inmerecidos… Eso predispone a muchas personas, incluso muy inteligentes, a abrirse a partidos cuyo mensaje central es “que no gobiernen esos. Nosotros lo haremos diferente”. Por supuesto sin especificar cómo ni profundizar en la naturaleza de la diferencia: sin un contenido racional aceptable.

-         En consecuencia, muchas personas, incluso muy formadas, quedan predispuestas a escuchar y seguir a quien denuncia estas situaciones y les promete reintegrarles la dignidad mancillada, por aberrantes que sean sus propuestas: cuando la intimidad está herida, todo lo demás apenas cuenta y las posibles consecuencias son subjetivamente irrelevantes.

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