Pensamiento 55. A propósito de un excelente estudio
sobre la productividad, 2. Las sombras.
Más que de sombras,
cabría hablar de una verdadera “cara oculta” de la realidad, que el brillante
informe del señor Atkinson ignora. Me refiero a su ceguera a propósito del “factor
humano”. Ceguera que no es privativa del autor: los economistas en general -y
no sólo ellos- dan pruebas de una verdadera hemiplejia mental a la hora de entender
la economía: ignoran con ahínco que ésta es una realidad humana en la que el
hombre es más importante que el dinero, o que las tecnologías, o que los “negocios”.
1.
De
entrada, resulta extraño que un brillante analista como el señor Atkinson (pero
cuidado, no sólo él), a la hora de explicar las causas de la productividad,
ignore al “capital humano”, hoy el más importante -y el más caro-, y se centre
obsesivamente en las TIC. A este respecto, dos “pequeños detalles” de validez
universal expuestos con cifras españolas:
a.
En
España, formar al capital humano -en el sentido en que lo entiende el señor
Atkinson, ver punto 2 más abajo- hoy disponible
para trabajar (cerca de 23 millones de personas) ha costado a nuestro sistema
de educación, a lo largo de los años de su escolarización (coste acumulado), más
de 2’4 billones de euros, muy por encima del doble de nuestro PIB. Una
bagatela.
b.
A
pagar a los que trabajan (18 millones según la última EPA), se dedican cada año
unos 440.000 millones de euros. Otra bagatela.
Extraña
que algo de tal relevancia económica apenas se tenga en cuenta cuando se piensa
en la productividad.
2.
El
señor Atkinson asume que el “capital humano” es el “nivel de educación de la
población”, y su medida, “los años de escolarización”, con el único argumento
de que “así lo entienden los economistas”. Algo de tanto peso y tal coste bien
merece una mayor finura y profundidad en el análisis.
3.
El
autor observa acertadamente que las regulaciones proteccionistas llevan a las organizaciones
o colectivos protegidos a olvidarse de la productividad. En cambio, los que se
enfrentan a la libre competencia espabilan y son más productivos. Pero no se
pregunta cómo ni por qué sucede tal cosa. Y aquí es donde interviene el capital
humano que él ignora. Le dedicaré los dos próximos Pensamientos.
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